Disciplinas difíciles – Orar como familia
2 Timoteo 3:16 dice:
“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia.”
Estamos en la iglesia para que podamos ser enseñados, redargüidos, corregidos e instruidos por su palabra para justicia.
Los cristianos estamos llamados a hacer algo diferente a lo que hace la sociedad, ya que tenemos un Dios vivo, verdadero y fiel. Tenemos que llevar nuestra vida espiritual de una forma diferente, ser radicales, vivir una vida que exalte a Dios en todo momento, y ser gente que pueda impactar la sociedad de una manera distinta, sin importar el rechazo que podamos sufrir.
Durante la persecución de la primera iglesia, uno de los odios que se empezó a generar contra los cristianos, por parte de los romanos, fue debido a que conforme se iba expandiendo el evangelio también se iban erradicando algunas prácticas paganas. Las personas que se convertían adoraban a Dios y dejaban de consumir los productos que ellos (los romanos) comerciaban, como estatuas paganas, animales para sacrificios paganos, etc. Entonces los comerciantes que lucraban con estos productos se empezaron a molestar ya que sus ventas disminuían y al mismo tiempo al gobierno romano le afectaba porque se generaban menos impuestos, lo cual alimentaba el odio hacia los cristianos.
Hoy en día los cristianos hacemos cosas que no son populares y que el resto de la gente no hace. Hay cosas que para nosotros son importantes y para el resto no lo son.
La familia es el núcleo de la sociedad, si la sociedad hoy en día está pervertida, corrompida, y desviada es porque la familia lo está también. Los que nos topamos en la calle es lo que pasa en el interior de las casas. ¿Cómo estamos nosotros preparándonos para eso? Desde los principios Satanás ha atacado a la familia y ha tratado de dividir la familia, si él desintegra y corrompe la familia, está destruyendo la sociedad
Josué 24:14-15 dice:
“14Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río, y en Egipto; y servid a Jehová. 15Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová.”
Josué no estaba diciendo ninguna promesa en ese pasaje, lo que Josué le dijo a su familia es que a pesar de que el resto del pueblo decidió seguir y servir a otros dioses, las reglas en la casa es que ahí se adoraría únicamente a Jehová a pesar de lo que esté pasando afuera en la sociedad. Él no le entregó su familia a nadie más, sino que decidió servir a Jehová y que en su casa lo harían también. El problema que tenemos hoy en día los cristianos es que hemos dejado de servir a Jehová en nuestras casas y hemos permitido que otros dioses entren a nuestro hogar.
Este no es un mensaje sólo para los casados o padres, es también para los que son los únicos cristianos en casa, los matrimonios que tienen hijos o no tienen y para los hijos que sus padres no son cristianos, porque no hay excusa para que no adoremos a Jehová desde nuestra casa y no generemos diferencia desde nuestro hogar, para que podamos decir con convicción “¡yo y mi casa serviremos a Jehová!”
Ser el único cristiano en la familia no es excusa para no llevar el altar y el fuego de Dios a nuestras casas. Podemos llenar nuestra casa de oración y generar un ambiente de adoración ahí. Preparemos el ambiente para venir a orar y presentar nuestra familia delante de Dios.
Es necesario que preparemos a nuestra familia para la vida eterna y no solamente para la vida en la tierra. ¿Cuánto tiempo dedica la familia para consagrarse y estar delante de la presencia del señor? Llevar el reino de los cielos a nuestra casa nos permite cumplir el propósito de Dios en nuestras vidas.
La mejor versión de nuestra familia la vamos a encontrar solamente metidos en la presencia del Señor. ¿Cuál es la voluntad de Dios para nuestra casa? Sólo podemos encontrarla leyendo la Palabra y orando al Señor como familia, para saber hacia dónde los queremos llevar, qué tenemos que cambiar, y qué debemos hacer.
A veces los padres pensamos en el futuro de nuestros hijos y en cómo queremos evitar que pasen por las necesidades que quizás nosotros atravesamos, brindarles lo que nosotros no tuvimos. Y eso está muy bien, pero no pensemos solo en lo material, y enfoquémonos en que nuestros hijos tengan más en lo espiritual, en oración, y en conocimiento de la palabra también.
Cuando un hijo tiene exámenes de la escuela, los padres por más cansados que estén sacan el tiempo para verificar que estudien y obtengan buenas calificaciones. Nos interesamos pues van para una prueba y tienen que estar bien preparados. Del mismo modo, tanto hijos como padres nos vamos a enfrentar a luchas y pruebas cuando salgamos allá afuera, y debemos estar preparados.
Así como nos puede provocar satisfacción ir al gimnasio y cuidar nuestra alimentación, también debemos ejercitar nuestra vida espiritual en casa y preguntarnos ¿es algo que hacemos constantemente o muy poco? Al hacer dietas, la gente discrimina y dice “yo no como esto o lo otro”, de la misma forma, como cristianos tenemos que saber escoger el alimento espiritual que nos conviene. A veces permitimos que entren cosas a nuestra vida que no estén bien ante los ojos de Dios, ¿qué estamos enseñando en nuestra casa? Nuestros hijos van a actuar de acuerdo con lo que ellos han visto en casa y nos toca a nosotros como creyentes enseñarles correctamente. Cuando se presente una dificultad enseñemos a nuestra familia a ir a Jesús en medio de las preocupaciones y a descansar en su presencia.
Proverbios 14:1 dice:
“La mujer sabia edifica su casa; Mas la necia con sus manos la derriba”
También hay una conversación importante de este tema con las mujeres de la casa. Las mujeres pueden edificar o derrumbar su casa. Son actitudes y decisiones son las que llevan a eso. Es común en nuestras iglesias que sea una mujer la primera persona que se convierte al Señor en la familia. Es preciso que la mujer se pregunte: ¿cómo estamos edificando nuestros hogares?, ¿qué estamos haciendo por nuestra familia? La mujer tiene una enorme responsabilidad.
Charles Spurgeon cuenta que una vez salió a caminar con uno de sus mejores amigos y cuando iban en el sendero se encontraron con un árbol bloqueando el paso y mientras planeaban qué hacer, Charles primero le dijo que iban a orar y luego solucionaban lo demás, por lo que su amigo cuenta que lo que más le impactaba de Charles es que la oración era algo tan natural en su vida que en todo momento el sabía cuando ir delante de Dios. ¿Sabemos, como familia, cuándo ir delante de Dios?, ¿Creamos esos ambientes?, cuando tenemos un problema como familia, ¿nos reunimos a presentar esos problemas al Señor?
Jueces 6:25 dice:
“Aconteció que la misma noche le dijo Jehová: Toma un toro del hato de tu padre, el segundo toro de siete años, y derriba el altar de Baal que tu padre tiene, y corta también la imagen de Asera que está junto a él.”
Si en nuestra casa no hay otros familiares cristianos, o si nuestra familia conoce al Señor y no nos reunimos a orar ni leer la palabra, es a nosotros (los creyentes) a quienes nos toca llevar la presencia de Dios a nuestras casas, tenemos la responsabilidad de que la presencia de Dios sea lo más importante en nuestro hogar. ¿Qué estamos heredando a nuestra familia? ¿Queremos ser conocidos por ser exitosos, o queremos ser conocidos por buscar la presencia de Dios a cada momento? Estando solteros, debemos practicar orar y tener tiempo a solas con Dios, para que cuando entremos al matrimonio podamos hacerlo por disciplina.
1 Samuel 2:12, 18-19, 22, 29-30, 34-35 dice:
12 Los hijos de Elí eran hombres impíos, y no tenían conocimiento de Jehová.
18 Y el joven Samuel ministraba en la presencia de Jehová, vestido de un efod de lino. 19 Y le hacía su madre una túnica pequeña y se la traía cada año, cuando subía con su marido para ofrecer el sacrificio acostumbrado.
22 Pero Elí era muy viejo; y oía de todo lo que sus hijos hacían con todo Israel, y cómo dormían con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión.
29 ¿Por qué habéis hollado mis sacrificios y mis ofrendas, que yo mandé ofrecer en el tabernáculo; y has honrado a tus hijos más que a mí, engordándoos de lo principal de todas las ofrendas de mi pueblo Israel? 30Por tanto, Jehová el Dios de Israel dice: Yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de mí perpetuamente; mas ahora ha dicho Jehová: Nunca yo tal haga, porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco.
34 Y te será por señal esto que acontecerá a tus dos hijos, Ofni y Finees: ambos morirán en un día.
35 Y yo me suscitaré un sacerdote fiel, que haga conforme a mi corazón y a mi alma; y yo le edificaré casa firme, y andará delante de mi ungido todos los días.
Dios le dice a Elí que aun sabiendo que sus hijos estaban en pecado no los corrigió. Siendo hijos del sacerdote, no tenían conocimiento de Jehová.
Consideremos que el hecho de venir a la iglesia es bueno, pero eso no es lo que nos convierte en cristianos ni lo que hace que nuestra familia sea diferente. Esto nos puede volver religiosos, lo que realmente nos convierte en cristianos es buscar de Dios constantemente.
¿Estamos permitiendo entrar a nuestras casas cosas seculares, brujería, otros dioses? Nuestra familia puede morir por no enseñarles a buscar y temer a Jehová. Y el hecho de enseñarles a nuestros hijos el temor a Jehová no necesariamente va a resultarles cómodo y posiblemente se enojen con nosotros por ponerles restricciones, pero es mejor invertir en la vida eterna y espiritual con Jehová, que en la vida natural. Y si el altar que está en nuestra casa tiene un fuego ajeno, que no es el fuego de la presencia del Señor, ahora es un buen momento para arrepentirnos y empezar a hacer un cambio; vamos a dar la honra a Dios y Él va a ser lo primero en nuestra vida.
Le invitamos a hacer esta oración:
Amado Señor hoy venimos poniendo nuestros hogares y nuestras familias delante de ti, pidiéndote perdón porque no hemos llevado a nuestra casa tu presencia, porque hemos tenido otros dioses, otras cosas más importantes y no te hemos dado el lugar que mereces. Te pedimos en el nombre de Jesús, que este día podamos restaurar ese altar que es el momento de oración familiar a Dios, que podamos poner delante de ti todo lo que tú nos has dado, y que podamos decir que nuestra casa es casa de oración, un lugar para honra y gloria tuya, no para ser lleno de riqueza natural, sino para ser lleno de tu presencia y tu amor, y que otras personas puedan salir impregnados de tu presencia. Te damos las gracias, Señor. ¡Amén!
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