Enfrentando la crisis: Ante el temor
0
327

Enfrentando la crisis: Ante el temor

¿Cuántas veces como creyentes hemos sentido temor en nuestra vida?,

Hay muchos temores, algunos son la soledad, a una enfermedad que no esperábamos, miedo a perder dinero o no poder pagar una deuda, enamorarse, sentirnos solos, al rechazo, a tomar decisiones, a lo desconocido, a las personas, al fracaso, a la muerte.

“El temor es un estado mental que todos experimentamos en una situación de amenaza”. Ese temor nos puede llevar a huir y no queramos enfrentar ese temor provocando que vengan muchas cosas a nuestras vidas como la depresión, desánimo, angustia, ansiedad, palpitaciones, pánico, estrés, desesperación, desesperanza, derrota, fracaso.

Si no trabajamos nuestros miedos estos se convierten en un espíritu, el espíritu del temor y nos puede llevar a vivir una vida de esclavitud y vivir en función de ello. Ese espíritu ataca primero nuestra mente donde Satanás siempre va a traer pensamientos negativos y de mal, en ese momento es que necesitamos tener la palabra de Dios y leerla.

Salmos 27:1 nos dice “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?”.

En su palabra encontramos en 2 Timoteo 1:7 esta hermosa promesa que nos dice: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”.

Amor para amar a los demás y a Cristo, además recibimos espíritu de poder el mismo que hizo que Jesús resucitara, es ese poder dado a través del Espíritu Santo. Recibimos también dominio propio es decir que podamos controlar lo que sentimos, nuestras emociones, temperamento, carácter.

Juan 4:18 nos dice “que el perfecto amor echa fuera el temor”

Cuando sentimos temor es porque todavía no nos sentimos como hijos de Dios. Muchos llegamos a los caminos de Dios pensando que Él en medio de la crisis no va a llegar, que no nos conoce y que ayuda a otras personas, pero no a nosotros.

Isaías 43:1-5 nos recuerda lo siguiente: “Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo y El que te formó: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo (y si pasas por las aguas de dificultad no dejaré que te ahogues) Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador Porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable, y yo te amé; no temas, porque yo estoy contigo; yo traeré tu generación, y te recogeré”.

Dios es nuestro Creador, Él nos escogió, no fue ningún hombre, es Dios mismo quién nos está llamando para que seamos sus hijos.

El peor temor que enfrentamos los cristianos es hablarles a las personas que no conocen de Dios. Satanás tratará de callar la boca de los hijos de Dios para que nuestra boca no pronuncie palabras que penetren el corazón de otras personas y conozcan a Dios como su Señor y Salvador.

Otro temor es sentirnos fracasados por servirle a Dios. No le servimos porque sentimos que no podremos alcanzar lo que se nos pide y fracasar o sentimos temor de no poder dejar los hábitos pasados. Dios es nuestro Señor y pondrá a su Espíritu Santo que nos llevará a toda verdad y nos dará el poder para no pecar, pero necesitamos oír su palabra para que no tengamos temor y vallamos a buscar a quién no lo conoce.

Jonás fue un profeta judío. Dios pocas veces lo usó y solo para dos cosas específicas: para exhortar y para divulgar el arrepentimiento; nada más. Este libro nos habla de quien era Jonás y del testimonio de su vida lo que Dios hizo en su vida y lo que Dios quiere hacer en ti.

Al hablar de Jonás recordamos la ballena, y no lo que él hizo, pero la ballena es especial también porque estaba en su propósito. Dios le estaba diciendo levántate ve a esa cuidad háblales de mí exhorta su pecado y haz que ellos se arrepientan, pero Jonás se levantó para huir de la presencia del Señor y se fue para la cuidad a Tarsis lejos de la presencia de Dios.

Nosotros mismos muchas veces hemos estado en esa condición en donde huimos de la presencia de Dios porque hemos tenido miedo, que Dios nos castigue, porque todavía no hemos conseguido dejar algún pecado o no queremos entregarle algo que amamos mucho.

Jonás tuvo mucho miedo porque Nínive era la capital del imperio asirio, una ciudad muy grande, idólatra de la cual el Señor mismo dijo que “había subido la maldad delante de ellos”. Este pueblo era malvado, las personas eran sanguinarios, disfrutaban del dolor y la tortura a sus esclavos los paseaban sujetados de la nariz o la boca hasta sangrar. El rey mismo de ese pueblo promovía la maldad dando espectáculos públicos y con lanzas los dejaba ciegos.

Jonás tuvo miedo a su llamado a pesar de creer en Dios era muy religioso y orgulloso de ser judío, no quería que Dios compartiera su bondad, su gracia y su misericordia a un pueblo tan malo y no aceptaba que el Señor quisiera salvarlos, así que se convirtió en una persona rebelde y desobediente. Decidió tomar un barco e irse a Tarsis un lugar muy remoto en el mundo y se fue en la dirección contraria, en vez de hablar con Dios y decirle lo que sentía se lo guardó, tomó decisiones a la ligera, actuó explosivamente, pagó el mismo su tiquete actuando deliberadamente.

Muchas veces tomamos decisiones de forma impulsiva afectando a nuestra familia, hogar, salud, testimonio… A Jonás le podía costar su ministerio, pero no le importó.

Jonás le temía a este pueblo. Cuando tengamos la oportunidad de hablarle a un hijo, compañeros de trabajo, familia, amigos, Dios mismo se encargará de poner sus palabras en nuestra boca, no importa cuán mala es esa persona, si Dios nos escogió es porque somos esa persona idónea para hablar de Jesús, Él ve en nosotros ese amor, gracia, misericordia y nos quiere usar.

De Jonás aprendemos que Dios no nos juzgará porque nos equivoquemos, nos juzgará porque no le obedecimos.

“Pero Jehová hizo levantar un gran viento en el mar, y hubo en el mar una tempestad tan grande que se pensó que se partiría la nave”. ¿Quién hizo levantar la tempestad? ¡Dios! A veces pensamos que todas las crisis no vienen de Dios sin embargo ¡Él siempre tiene la salida para todo! pero primero nos pasará por una prueba para ser tratados, formados y purificados.

Toda prueba que viene de Dios es permitida en nuestra vida con un propósito igual que toda bendición. Satanás anda como león rugiente buscando a quién devorar, pero si somos correctos y obedientes delante de Dios no nos puede tocar.

 “Y los marineros tuvieron miedo, y cada uno clamaba a su dios; y echaron al mar los enseres que había en la nave, para descargarla de ellos. Pero Jonás había bajado al interior de la nave, y se había echado a dormir”. Mientras todos corrían Jonás dormía, en medio de la tormenta cuando todos sentían miedo porque pensaban que iban a morir, Jonás estaba ignorando el problema. Cuando sentimos temor empezamos a dormir como si nada estuviera pasando y Dios no nos dijera nada. Jonás prefirió apartar su rostro de Dios que pedirle perdón.

“Y el patrón de la nave se le acercó y le dijo: ¿Qué tienes, dormilón? Levántate, y clama a tu Dios; quizá él tendrá compasión de nosotros, y no pereceremos”.  Él conocía a Dios, sabía que podía quitar la tormenta con una oración, pero no lo hizo. Cuantas veces nosotros mismos sabemos lo que debemos de hacer, pero dormimos, vemos un Jonás que no solo descendió al desobedecer a Dios al huir a Tarsis sino que desciende aún más y se esconde en el barco porque ya él no quería hacer nada para Dios, su orgullo y su amargura lo alejaron de querer cumplir el propósito al que fue llamado.

“Y dijeron cada uno a su compañero: Venid y echemos suertes, para que sepamos por causa de quién nos ha venido este mal. Y echaron suertes, y la suerte cayó sobre Jonás”.

Dios en su soberanía quería cambiar a Jonás y permitió que supieran que era él y que todo era porque este hombre de Dios estaba en el barco. Él quería que Jonás le obedeciera. Temer a Dios es honrar a Dios, es obedecerlo.

“Entonces clamaron a Jehová y dijeron: Te rogamos ahora, Jehová, que no perezcamos nosotros por la vida de este hombre, ni pongas sobre nosotros la sangre inocente; porque tú, Jehová, has hecho como has querido. Y tomaron a Jonás, y lo echaron al mar; y el mar se aquietó de su furor”. Estos hombres buscaron el rostro de Dios y clamaron por sus vidas y a pesar de esto Jonás sabía que la tormenta era por él, pero prefirió morir antes que haber ido a darle gracia y misericordia de Dios a esas personas.

Al ser arrojado al mar y al ir cayendo del barco podía sentir la muerte misma, que su vida se acababa, que Dios ya no lo iba a perdonar, duda, angustia, queriendo dejar todo botado, pero Dios tenía algo preparado para él y se convirtieron aquellos hombres al ver a Jehová, su grandeza y milagros.

“Pero Jehová tenía preparado un gran pez que tragase a Jonás; y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches luego el pez lo vomitó en la playa más cerca de Nínive” ¡Cuantos de nosotros estuvimos muertos en pecados y delitos!, al que mucho se le perdona mucha ama dice la Palabra y en medio de todas las pruebas Él siempre nos ayuda y podemos ver su gloria en medio de todas las situaciones. No importa tener malas noticias, porque Él es fiel y aunque no le seamos fiel a Dios, Él sí lo es con nosotros.

La grandeza de un Dios Todopoderoso es la que puso el gran pez, abrió el mar, hizo que la burra de Balán hablara, caminó sobre las aguas, le dio de comer a los cinco mil, puso las manos sobre los enfermos y sanaron, perdonó pecados y nos liberó ¡Vana sería nuestra fe si eso no fuera verdad!

¡Cristo resucitó!, y nuestra fe no es mentira, ¡no podemos dudar!

Para salir del hueco de la oscuridad donde Satanás nos ha metido necesitamos fe. Cuando Jonás estaba en aquel pez conoció al Señor e hizo los Salmos más bellos. Cuando tenemos a Jesús salen de nosotros las mejores alabanzas de nuestro interior, ¡en el momento más oscuro de nuestra vida es cuando más vamos a conocer al Padre! Jonás, empezó a adorar a Dios.

¡Lo último que se imaginó es que ese pez lo llevaba a cumplir la voluntad de Dios!

Dios puede y quiere sanarnos, puede solucionar nuestros problemas, perdonar nuestros pecados, Cristo nos espera con los brazos abiertos para que entreguemos nuestros temores, pecados y preocupaciones.

Dios quiere sanar a su pueblo y restaurarnos, no huyamos más de la presencia de Dios, ¡Él nos ama y ha estado esperando mucho tiempo por cada uno de nosotros!, no tengamos más temor al que dirá los demás, al venir delante del Señor y entregarle nuestra vida seremos sanados y restaurados.

Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

/**/ //GOOGLE ANALYTICS - Derek - 2024
Abrir chat
¿Necesitás contactarte con nosotros?
Hola 👋
¿Cómo podemos ayudarte?