Mensaje Especial del Día de la Madre: Agar
En la Biblia se mencionan a más de 150 mujeres. Entre ellas algunas piadosas, santas, que han sido ejemplo y otras que han hecho mucho daño. Dentro de todas esas mujeres está Agar.
“Sarai mujer de Abram no le daba hijos; y ella tenía una sierva egipcia, que se llamaba Agar.” Génesis 16:1
Abraham fue traído de la tierra de Ur de los caldeos a la Tierra prometida, La Palabra dice que él fue elegido junto con su esposa Sarai para salir de esa tierra de paganismo, idolatría y maldad. Dios se revela a este hombre y él recibe el mensaje confiando en Dios y saliendo de su tierra rumbo a una tierra desconocida llamada Canaán. Dios le había hecho una promesa a Abraham, que él sería padre de una nación cuyo número de hijos sería como a las estrellas de los cielos, el polvo de la tierra y la arena del mar. Sin embargo, en ese momento de la historia narrada ellos tenían 10 años de habitar en la tierra prometida.
“Dijo entonces Sarai a Abram: Ya ves que Jehová me ha hecho estéril; te ruego, pues, que te llegues a mi sierva; quizá tendré hijos de ella. Y atendió Abram al ruego de Sarai.Y Sarai mujer de Abram tomó a Agar su sierva egipcia, al cabo de diez años que había habitado Abram en la tierra de Canaán, y la dio por mujer a Abram su marido.” Génesis 16:2-3
En la historia vemos una mujer que salió de Ur de los caldeos, estéril. Los teólogos dicen que en la época en la que se ubica esta historia, la esterilidad era una maldición y que quizá por ello Sarai guardaba la esperanza de que en la nueva tierra donde fluía leche y miel ella iba a dar hijos y ser una mujer fructífera.
La Biblia no dice que Abram se resistió a la decisión de Sarai para que él se llegase a Agar la esclava. En ese contexto la esclavitud era normal y en la ley que regía se podía que una esposa estéril le diera su sierva al esposo para que se levantara una generación. El pedido que esa mujer estaba haciendo era algo que ya tenía intenciones.
Ellos habían llegado con mucho ánimo, pero la promesa se tardaba y no se cumplía después de 10 años, durante los cuales ambos seguían envejeciendo y veían lejano tener su propia familia.
Sarai hace algo que muchos de nosotros hemos hecho y es “ayudarle a Dios”. Ella se desesperó y dijo: “yo soy el problema”, debido a que su esposo estaba esperando por el cumplimiento de un pacto para levantar una gran nación, pero ella era estéril y su tiempo de reproducirse ya había pasado. Es en ese momento donde Sarai empieza a idear un plan que tiene repercusiones hasta el día de hoy. Ella no había entendido, sino que creía que con su astucia e inteligencia podía ayudarle a Dios.
Cuando Dios nos ha confirmado una promesa o un deseo ¿no hacemos lo mismo nosotros? Aunque Dios nos ha dado seguridad de Su voluntad, cuando pasa el tiempo y no vemos el cumplimiento de una promesa, intentamos hacer lo humano para cumplir la voluntad de Dios
“Y él se llegó a Agar, la cual concibió; y cuando vio que había concebido, miraba con desprecio a su señora.” Génesis 16:4
En ese tiempo la mujer esclava daba a luz en el regazo de la mujer que era estéril para que ese hijo fuera de ella y no suyo. El plan del hijo de Agar estaba bien para Abram y Sarai, pero no para Dios.
En la Biblia cuando un esposo toma a su esposa en intimidad y procrean una familia se utiliza la palabra “conocer” la cual implica un acuerdo mutuo de consentimiento, amor y respeto. En el caso de Agar se usa la palabra “llegar” que significa uso, o sea que la usaron para cumplir los planes de Sarai, sin considerar su opinión, aprobación o consentimiento, únicamente obedeciendo por ser esclava. Agar, humanamente, más adelante quería asumir el rol de una esposa de Abram y empezó a sentir menosprecio por Sarai.
“Entonces Sarai dijo a Abram: Mi afrenta sea sobre ti; yo te di mi sierva por mujer, y viéndose encinta, me mira con desprecio; juzgue Jehová entre tú y yo.” Génesis 16:5
Entonces, Sarai como mujer de Abram quien era cabeza de todo el clan, le dice que está en angustia. Ella ve como un sacrificio haberle dado la sierva a su esposo para levantar su generación. Pero Dios no le había pedido eso, Él había hablado con Abram afirmando sus intenciones de levantar una gran nación a partir de ese matrimonio. ¿No nos pasa esto? ¿No nos sentimos dolidos porque lo dimos todo a causa del reino y décimos: “mira como me paga Dios”?
“Y respondió Abram a Sarai: He aquí, tu sierva está en tu mano; haz con ella lo que bien te parezca. Y como Sarai la afligía, ella huyó de su presencia.” Génesis 16:6
Abram le respondió a Sarai que hiciera lo que ella quisiera. Es decir, se lavó las manos y no tomó autoridad. Entonces, Agar se fue de su casa debido a la aflicción que recibía. La palabra afligía es la misma palabra que los nietos y tataranietos y las generaciones de Abraham sufrieron de los egipcios. Los egipcios afligían a los hebreos, al pueblo de Dios. Por eso, Dios tuvo que mandar a alguien a liberar a su pueblo.
A continuación el pasaje bíblico dice:
“Y la halló el ángel de Jehová junto a una fuente de agua en el desierto, junto a la fuente que está en el camino de Shur. Y le dijo: Agar, sierva de Sarai, ¿de dónde vienes tú, y a dónde vas? Y ella respondió: Huyo de delante de Sarai mi señora.” Génesis 16:7-8
El ángel de Jehová es Cristo mismo pre encarnado. Jesús se le presentó a una mujer que había sido menospreciada por los patriarcas. El Señor vino a un encuentro con una esclava, en apariencia sin valor para nadie y la encontró en la fuente. Agar es la primer persona en la historia humana que conoce al Cristo pre encarnado.
Jesús conocía el estado y angustia de Agar. De igual forma que nos conoce a nosotros, nuestros más íntimos pensamientos y lo que guardamos en nuestro corazón.
Agar no sabía dónde iba, solamente estaba huyendo de las personas que para ella no le habían dado buen testimonio.
“Y le dijo el ángel de Jehová: Vuélvete a tu señora, y ponte sumisa bajo su mano. Le dijo también el ángel de Jehová: Multiplicaré tanto tu descendencia, que no podrá ser contada a causa de la multitud.” Génesis 16: 9-10
El pedido de Jesús a Agar de que se devolviera y se pusiera sumisa delante de su señora se debe a qué ahí estaba su bendición. A veces la bendición de Dios reposa en gente tan indigna como nosotros. Dios en su misericordia mantiene su palabra y su pacto con sus hijos, por lo tanto, por ser ese niño el hijo de un hombre bendito, Dios lo bendice.
El verdadero linaje de Abraham somos nosotros, no es el pueblo judío, a pesar de tener sus genes. La Biblia registra que los hijos nacidos de nuevo somos descendencia de Abraham, por eso nuestros hijos están bajo la cobertura de Dios y serán bendecidos también.
Además le dijo el ángel de Jehová: “He aquí que has concebido, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Ismael, porque Jehová ha oído tu aflicción. Y él será hombre fiero; su mano será contra todos, y la mano de todos contra él, y delante de todos sus hermanos habitará.” Génesis 16:11-12
La primera persona en toda la historia humana que recibió nombre del cielo es Ismael. Dios le puso nombre a los hijos de Isaías, a Juan El Bautista, incluso a Jesús, pero él es el primero en recibir un nombre dado por Dios.
Agar sabía que ella no estaba hablando con un ángel o con alguna persona, ella sabía que estaba hablando con Dios. Él le abrió el entendimiento y sus ojos espirituales:
Entonces llamó el nombre de Jehová que con ella hablaba: “Tú eres Dios que ve; porque dijo: ¿No he visto también aquí al que me ve? Por lo cual llamó al pozo: Pozo del Viviente-que-me-ve. He aquí está entre Cades y Bered.” Génesis 16: 13-14
Agar llamó el pozo del viviente que me ve. Ella es la única mujer en toda la historia bíblica que le da un nombre propio a Dios. “El Roi” Dios le dio a una mujer esclava, indigna y despreciada la gracia y bendición de ser la única mujer a la que le fue revelado poner un nombre a Dios.
Si tu principio fue doloroso o no fue el deseado, te afirmamos que el Dios Roi mira tus angustias, tus pecados, tus fallas, tus palabras, TODO y Él está aquí para sanar, salvar y restaurar.
Sara tuvo que esperar 13 años más para ver la bendición de su hijo. Dios había hecho un pacto y lo cumplió. Dios no necesita ayuda o que le demos una mano. Tenemos que dejar que Su Palabra se cumpla. Lo que Dios nos ha prometido se cumplirá. Si vas al Señor, echa sobre Él tus cargas, Él te aliviará porque te ve y siempre está presente y es el Dios que mira los secretos.
No consideres la circunstancia, solo escucha la promesa.
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