La lucha entre la carne y el espíritu
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La lucha entre la carne y el espíritu

Esta palabra es uno de los temas que puede limitarnos para ejercer, disfrutar y vivir la libertad que Cristo quiere para nuestras vidas, como la palabra de Dios nos enseña.

¿Cuántos creyentes conocemos atados a pornografía, problemas de relaciones ,depresión contiendas, o ruina? Cristo ya compró nuestra libertad. La Biblia dice:

“Así que, si el Hijo los hace libres, ustedes son verdaderamente libres.” Juan 8:36

Con esta enseñanza se busca romper esquemas de lo que es la libertad en Cristo. En la cruz toda enfermedad, dolencia, y todo pecado fue muerto. Sin embargo, tenemos que apropiarnos en nuestro actuar de esa libertad que nos fue dada.

Consejos para poder vivir una vida cristiana en Victoria

En primer lugar vamos a definir la palabra “cultura” como un conjunto de ideas y acciones que caracterizan un pueblo particular. Esa definición la hacemos porque a través de esta enseñanza vamos a sentar una base contextual y teórica para la serie “Plan de batalla”.

Queremos sentar tres principios

1. Existe el mundo físico y el espiritual. A pesar de que el mundo inmaterial no podemos percibirlo con  nuestros sentidos, sí existe. Estos dos mundos coexisten y están conectados el uno con el otro. Además, Dios gobierna sobre ambos.

Dios creó el cielo donde reinaba el gozo, la paz y toda Su esencia, hasta que un día Satanás se rebeló contra Su gobierno y armó un ejército para contender contra Él. A partir de esa batalla estamos viviendo las consecuencias. Existe una guerra en el mundo espiritual: de la luz que es Dios contra la oscuridad que es Satanás. Esto lo podemos leer en Isaías 14  y Ezequiel  28.

El enemigo fue expulsado de los cielos por el Señor, y de esta forma tocó la tierra. Más adelante Cristo vendrá para sacar a Satanás y expulsarlo a los infiernos para siempre; según el libro de Apocalipsis.

En medio de esa lucha vemos destellos de su resultado en acciones como la división, idolatría y problemas. Por eso, es importante tener una estrategia, ya que nos guste o no estamos en medio de una batalla donde quienes tenemos una  estrategia entenderemos como subsistir y movernos para lograr victorias, pero los que no la tengan, se sujetarán a las consecuencias y afectaciones.

2. Dios crea y Satanás falsifica, Dios es verdad y Satanás es mentira, Dios es paz y Satanás es tormenta, Dios es libertad y Satanás esclavitud, Dios es llenura del Espíritu y Satanás es posesión demoníaca. A raíz de lo anterior, nosotros tenemos una batalla: La de la carne contra el espíritu, en la cual Dios es Espíritu y el enemigo es quien nos guía a satisfacer la carne.

3. Hay una cultura del cielo y una cultura del infierno. La del cielo manifiesta el fruto del Espíritu Santo que es gozo, paz, paciencia, mansedumbre, bondad, dominio propio. Mientras que la del infierno muestra falta de perdón, orgullo, división, chisme, mentiras, lascivias, lujurias, entre otras. ¿Qué se manifiesta en tu casa una cultura del cielo o el infierno?

Cada decisión que tengamos tiene repercusiones en nuestra vida. Y trae consigo la cultura del cielo a nuestro hogar, familia o lugar de trabajo. Del mismo modo, cuando permitimos que la pereza nos gobierne y dejamos de actuar, subimos la cultura de los infiernos a nuestra vida.

La Biblia nos manda esforzarnos y ser valientes. Por eso, cuando el Señor oró, dijo: “Venga tu reino, hágase tu voluntad aquí en la tierra como en el cielo” Él nos está invitando a traer la cultura del cielo a la tierra. Entendemos que en la tierra va a haber conflicto, pero nosotros estamos llamados a hacerlo. Esa cultura la traemos a través de nuestras acciones y representando lo que el Señor quiere que mostremos a otros, Su esencia. Esto a través de la oración, lectura de la palabra, y principios en los cuales se establezcan la paz y el dominio propio.

Pablo narra que la batalla espiritual se había involucrado en la iglesia de Galacia y estaban viendo los frutos de la contienda entre la cultura del cielo y la cultura infernal. En el texto, él nos da fundamento para saber discernir qué es verdadero y qué es falso.

“Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros.” Galatas 5:13-15

Pablo habla de que nosotros somos libres y debemos quitar toda mentira que el enemigo haya sembrado durante años en nuestra vida, entre ellas, que no podemos salir de la pornografía, de un problema sexual, de una depresión, de una identidad distorsionada o cualquier otro problema. Somos libres aunque no lo sintamos o veamos. La palabra de Dios es verdad y se va a cumplir en nuestra vida, ¡YA SOMOS LIBRES!

Esto se puede explicar de una forma sencilla:

Imaginemos que estamos en un cuarto encerrados con llave por dentro. Cristo abrió ese cuarto y rompió esa puerta, por lo que en ese momento ya somos libres, pero nos toca a nosotros ponernos de pie y salir de ese cuarto para empezar a experimentar la verdadera libertad y plenitud que hay en Cristo.

Lo anterior es una decisión. Todo en nuestra esencia nos va a traer miedo y nos va a decir que es una mentira, porque estamos acostumbrados a dejar que sea nuestra carne la que dirija nuestra vida y no nuestro espíritu, pero, el deseo de Dios siempre es y será la libertad de sus hijos.

“Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis unos a otros.” Galatas 5:14-15

Estos versículos hablan de dos tipos de personas. La primera persona es aquella que su carne le lleva a una rebelión contra Dios. Sabe lo que tiene que hacer, pero hace lo que quiere. Cuando decidimos así sobre nuestra vida, nosotros dejamos que nuestra carne nos controle. También se habla de otro personaje, el de la religiosidad, aquel que vive sintiéndose mejor que los demás porque sigue las reglas y cree que su propia justicia lo puede llevar a heredar o recibir. Todos tendemos a ser alguno de los dos, el rebelde o el religioso.Incluso dentro de un mismo hogar se puede encontrar ambos tipos.

 En Lucas 15: 11-32  vemos cómo un hijo en rebeldía se apartó de su padre y se fue a desperdiciar su herencia, para luego volver arrepentido al padre, quien en gracia lo recibe,  lo invita y le hace una celebración. Pero había otro personaje, el hijo mayor, que no desperdició la herencia y se quedó en casa siguiendo las reglas. El que cuando vio a su hermano entrar se enojó y le dijo a su papá todo lo que él hizo y le preguntó porque se estaba celebrando a su hermano que hizo todo mal y no a él que hizo todo bien.

Si no somos capaces de celebrar la gracia para otro hermano, somos religiosos, porque creemos que las reglas son más importantes que la gracia y esta nos garantiza el único camino para la relación con Dios, ya que no es por nuestras fuerzas, sino por lo que Él hizo en la cruz por nosotros.

“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.” Gálatas 5: 16

También está otro personaje y es el  que se deja guiar por el Espíritu Santo que le fue dado por gracia. Esta es la verdadera forma de llevar nuestra fe, vivir en una constante gracia, guiados por el Espíritu Santo para poder heredar y recibir lo que el Espíritu ha preparado para nuestra vida.

Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.” Gálatas 5:17

Ahí está el conflicto de culturas de nuestra carne y espíritu, donde nosotros somos nacidos de nuevo, pero nuestra carne no es removida. Por lo tanto, nacer de nuevo significa tener la posibilidad de acceder a los frutos y bendiciones de ser una persona que cultiva en el espíritu, y no que evitaremos todas las luchas. La carne nos guía a deseos pecaminosos de no hacer las cosas del Señor, o dedicar más tiempo a otras cosas que son menos importantes que las espirituales. Mientras que el espíritu nos lleva a crecer en nuestra fe.

Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.” Gálatas 5:18

Una lucha espiritual es una lucha de identidad. El que está en Cristo peca, pero vive confiado; y esto no significa a la expectativa, sino seguro de que Dios es verdad, y si Dios nos dijo que íbamos a ser libres y a vivir en paz, Él nos va a cumplir su palabra. Es aquí donde vemos el dilema entre el creyente y el no creyente, ya que ambos tienen problemas y tentaciones, pero como creyentes somos nacidos de nuevo, por ende nuestros deseos son reconstruidos como parte de esa esencia en la que no deseamos las cosas del mundo, sino las del espíritu.

La obra del Espíritu Santo en nosotros nos lleva a una transformación desde adentro hacia fuera. Se transforma nuestro actuar y la forma en que nos vemos, y también lo más profundo de nuestra esencia y deseos. Por eso, quien realmente ha recibido al Espíritu Santo no se obliga a leer la Biblia, orar, adorar, predicar,  estar con sus hermanos o ir a la Iglesia, sino que disfruta hacer todas estas cosas.

Si buscamos los deseos y obras de la carne, no conocemos a Cristo. Podemos ser tentados, pero no buscar el pecado.

Con los siguientes versículos, la idea es que seamos confrontados para ver si alguna de las siguientes cosas está siendo una práctica en nuestra vida. Todos tenemos tendencia hacia alguno de estos pecados divididos en tres categorías: sexuales,espirituales y sociales. En alguno de esos el enemigo nos va a buscar atraer.

“Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.” Gálatas 5:19-21

En las próximas enseñanzas de la serie se va a detallar sobre esto.

1. Pecados sexuales

En cuanto los pecados que se refiere este versículo hablamos de todo tipo de manifestación sexual fuera de un matrimonio heterosexual o impurezas que llevan a la vergüenza como la masturbación, pasiones sensuales, falta de decencia y falta de dominio propio.

2. Pecados Espirituales

La idolatría no es solo arrodillarse ante un ídolo físicamente, sino cualquier cosa que se convierta en nuestro centro y pongamos como más importante que Dios, llámese trabajo, ejercicio, una relación, una persona, entre otras.

Por su parte, la hechicería consiste en una espiritualidad fuera de las normas del Espíritu Santo, como la brujería, practicar suerte, lotería, juegos de azar o similares.

3. Pecados Sociales

Se refiere a temas como hostilidad, contienda, pelea, rivalidad, celos, envidia u otras semejantes. También, la furia y ambición egoísta, es decir,  personas insaciables que nunca están conformes, siempre buscan más dinero, viven individualmente y se preocupan solo por sí mismos y no en los demás. Por su parte, la discordia y la división son personas que solo se dedican a discutir. Finalmente, las borracheras y fiestas desenfrenadas son todo lo que nos lleva lejos del dominio propio.

Puede que alguna persona diga que leyó todo y no se encuentra entre esos pecados, sin embargo Pablo deja la lista abierta ya que dice cosas similares a estas. Así que si pensamos que no tenemos ningún pecado, estamos en orgullo, y por lo tanto estamos dentro de esa lista.

“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.” Gálatas 5:22-24

La carne no se administra ni se trata, se sacrifica. Lo que nos lleva a carne, nos va a alejar de Dios y lo que nos acerca del pecado nos va a distanciar. Así que si amamos al Señor, tenemos que tener el pecado lo más lejos de nuestra vida para de esta forma tener a Dios más cerca.

“Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.Gálatas 5 :25-26

La ley expone las reglas de lo que hay que seguir, pero no brinda ayuda para seguirlas, por esta razón, necesitamos al Espíritu Santo, ya que es imposible cumplirlas en nuestras propias fuerzas. Eso lo tenemos que hacer alimentando nuestro espíritu, el cual nos va a llevar a toda verdad y palabra de Dios, diciéndonos que está bien y está mal, dándonos fuerzas para que podamos continuar. Esa es la diferencia entre relación y religión.

Conclusión

¿En cuál de las dos culturas decidimos sembrar en la del cielo o en el infierno ¿Decidimos sembrar en la carne o en el espíritu? El fruto del espíritu debe estar presente en todo lo que hagamos. Manifestando paz, amor y gozo en medio del problema. Cuando tenemos un problema en el trabajo, y nos saca de la paz, pero hablamos con el Espíritu Santo para que nos ayude a manifestar la paz en medio del problema, empezamos a sembrar fruto en el espíritu.

Cuando tenemos una batalla y en medio ella decidimos poner nuestra mirada en las cosas del mundo o enfocarnos más en nuestro cuerpo físico que en lo espiritual, sembramos en la carne. Cuando sacamos el tiempo para tomar una decisión orando, sembramos en el espíritu. Cuando estamos estresados y sacamos el tiempo solo para hacer ejercicio, entrenar, leer o distraernos, estamos sembrando en la carne.

Debemos decidir dónde sembrar porque cuando nosotros sembramos en nuestra carne estamos quitando fruto el espíritu y nuestra vida va a ser carnal, por lo que sufriremos las consecuencias de estar apartados del Señor, viviendo continúa tribulación y pleito. Sin embargo, lo que quiere Dios es que seamos personas cuyo tiempo y esfuerzo  se siembre en el espíritu, hasta qué rebalse.

Que tengamos tiempos en la presencia de Dios para caminar en la llenura del espíritu y en la plenitud que Dios ha planeado para nosotros, sin que nos derribe la tribulación porque nuestro espíritu está alimentado y lleno del Señor.

Seamos jardineros y no jueces. Algunos escuchamos esta prédica y decidimos ser jueces y decir a otras personas cómo deben comportarse y lo que tienen que hacer. Por lo contrario,  seamos jardineros que plantan, cuidan, siembran, riegan y protegen arrancando la maleza, preparando la tierra y esperando pacientemente a que el fruto del Espíritu se empiece a dar en una persona.

Nos preocupamos mucho por lo terrenal y poco por lo espiritual. El Señor compró nuestra libertad y victoria, lo que tenemos que hacer es invertir nuestro tiempo en los asuntos del reino y vamos a ver cómo nuestra vida es transformada llena de la paz que Dios derramará sobre nuestra vida.

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Comentarios

  1. Mesias Gieze : marzo 6, 2024 at 11:56 am

    excelente me fué de mucho ayuda

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