Señor, enséñanos a orar – Oraciones peligrosas
Santiago 4:3 dice“pedís y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites”
Este texto nos enseña que hay una forma correcta e incorrecta de pedir y no podemos pedir correctamente hasta desenmascarar lo que está incorrecto. Mucho de lo que está mal, son prácticas o frases que nos enseñaron en iglesias pero que no son del todo bíblicas. Un ejemplo totalmente equivocado es cuando nos acercamos al Señor y le decimos “Padre te prometo que esta es la última vez y si Tú haces “X cosa”, yo voy a hacer “Y cosa”. ¿Cuántos hemos hecho eso?
Hoy vamos a desenmascarar 5 prácticas incorrectas en la oración.
1: Orar con vanas repeticiones.
Mateo 6: 7 y 8 dice: “Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.”
Hay que recordar que la oración es un acto de reverencia al Señor, no podemos tener ese momento de oración como nos dé la gana. Por ejemplo: si tuviésemos una reunión con el presidente de la República o con alguna persona importante en cualquier ámbito, no podríamos llegar vestidos como queramos sino que hay un protocolo a seguir. Lo más probable es que necesitemos llegar vestidos con saco y corbata para visitar al presidente porque ese es el protocolo. Entonces, nosotros podríamos ir como quisiéramos pero al parecer de una forma diferente al protocolo, esto va a generar un resultado no adecuado. Y de esa misma forma nosotros vamos a Dios, hemos ido con oraciones equivocadas y hemos ido de manera irrespetuosa. ¡Se nos ha olvidado que estamos delante del Señor!
En misericordia, Dios ha permitido que veamos su bendición, pero eso no indica que la Biblia no establezca un protocolo de cómo acercarse a Dios. El primer entendimiento es que estamos delante del Dios santo y el protocolo es acercarse en reverencia y comprender que estamos delante de su presencia.
Cuando hablamos de vanas repeticiones, hablamos de operar en modo automático. De la misma manera, a veces llegamos en automático a la congregación: adorando de forma reciclada, la misma forma en que levantamos manos, la misma oración de siempre, etc. Empezamos a vivir en automático, una fe de costumbres, de tradiciones, de religiosidad; una fe en la cual vivimos bajo el título cristiano pero no caminamos en el poder de Dios.
Orar es tener comunión con Dios, una conversación (a dos vías). Antes de empezar a orar cerremos los ojos y pongamos al Señor ahí, estamos hablando con el Señor (Creador de todo, y a la vez un Padre personal con nosotros). Por lo tanto, cerremos los ojos y antes de abrir la boca, aunque nos tome unos segundos, entrar en el entendimiento de que “aquí está el Señor delante nuestro”. Y empecemos la oración con “papá aquí estoy, gracias por amarme, gracias por recibirme. Hoy vengo con esta petición”. Y así empezamos a hablar con el altísimo genuinamente y su relación con Él empieza a ser real y vivencial porque le estamos dando el espacio al Señor; ese espacio de hablar con Él como una persona y no repetir simplemente oraciones vacías, pre-aprendidas o mecánicas.
El cristiano ora como un hecho (si una persona es cristiana debe demostrarlo por medio de su oración). Eso quiere decir que nosotros por naturaleza somos genuinamente cristianos y vamos a buscar tener una relación con el Señor porque le amamos y esa relación es a través de la oración. En la oración no usemos un exceso de adornos, no tenemos que usar la palabra más teológicamente correcta o el exceso de paradigmas superficiales o estar en cierta posición, ni oraciones ya pre-aprendidas. Nosotros tenemos que derramar el corazón delante de Dios. No tiene que ser la oración más larga, tiene que ser la oración más sincera. En ocasiones, por ejemplo, solo debemos llegar al trabajo y decir “Señor guárdame hoy, Señor úsame en esta situación, permíteme ser un canal para llevar tu Evangelio”. Esa oración tan sencilla puede ser más poderosa que aquella oración donde comenzamos a guerrear y debatir y repetir, Él Padre lo que quiere es ver el corazón sincero.
2: No podemos orar lejos de las escrituras.
Romanos 4:17 dice: “Te he puesto por padre de muchas gentes ) delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen”.
Actualmente hay una práctica evangélica basada en “yo declaro, yo decreto, yo proclamo, yo ato y desato”. Vamos a desmentir esta práctica que hoy en día está tan arraigada en la iglesia. Una práctica que parece resultado del sincretismo. Sincretismo quiere decir mezcla, principalmente con la nueva era. El positivismo del mundo se mezcla con el cristianismo: donde mi voz tienen el poder de que Dios haga lo que yo quiera, cuando yo quiera.
En Romanos 4:17 el Señor está hablando con Abraham de la promesa que el Señor cumple en Abraham y Sara. Sara era estéril y Dios llamó vida a ese vientre, y de donde no había él Padre empieza a crear. Pero el único que tiene esa capacidad es el altísimo. Ninguno de nosotros tenemos la capacidad creadora. Ejemplo: Por más que nosotros pongamos la foto del carro y digamos ese carro será mío, si es la voluntad de Dios, será suyo. Si no es, no lo será porque tal vez el carro es la razón por la que nosotros vamos a dejar de asistir a la Iglesia los domingos.
Dios va a cumplir la oración que se alinea a su voluntad. Declarar y decretar no es bíblico, podemos buscar donde se mencione “declare y será hecho”, que no lo vamos a encontrar en la Biblia. Esto es resultado de un pésima interpretación. Debemos estudiar la Palabra dentro de un contexto espacial y lingüístico, bajo un estudio sistemático, comprendiendo y no haciendo doctrina de un solo versículo. Además, no vamos a encontrar registros de la historia de la Iglesia que declare, decrete y proclame. Eso no es bíblico, ni histórico. Esta corriente es muy reciente y revela el orgullo y la poca humildad de parte de nosotros seres creados delante de un Dios creador.
Nosotros por misericordia tenemos vida, nosotros no somos nadie para pensar que el Señor es el genio de la lámpara y que podemos simplemente, por el poder de nuestra boca, hacer que Dios haga lo que nosotros queramos.
Marcos 11:23 dice: “Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho”.
Este texto no tiene que ver con que solo ocupamos fe para que Dios haga lo que creemos que Él debería de hacer. Lo que el Señor está enseñando en este texto es que se ocupa fe para que las cosas sucedan y no se trata de que tengamos el poder y la autoridad para mover el monte (es un ejemplo descriptivo y no prescriptivo).
¿Qué es decretar y qué es declarar? Decretar significa que una autoridad habla y establece una verdad que se tiene que cumplir en un contexto (por ejemplo un reino). Entonces, ¿Quién es el que declara y el que decreta? El rey, y nosotros no somos reyes de nada, el Señor es el rey. Si nosotros queremos declarar algo, lo único que podemos bíblicamente decretar o declarar es la palabra de Dios, no hay otra cosas que nosotros podamos declarar o decretar, sino solamente lo que escrito está y que es una verdad absoluta.
Entonces ¿Cómo podemos orar, qué debemos orar?.
- Orar por perdón: Marcos 11:25. “Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas”.
- Orar por los enemigos: Mateo 5:44. “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen”.
- Orar por los misioneros: Lucas 10:2.“Y les decía: La mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies”.
- Orar para que el Señor quite la tentación de nuestras vidas: Mateo 26:41. “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil”.
- Orar por los ministros, por los hombres y mujeres de Dios que sirven al Señor: Colosenses 4:3. “orando también al mismo tiempo por nosotros, para que el Señor nos abra puerta para la palabra, a fin de dar a conocer el misterio de Cristo, por el cual también estoy preso”.
- Orar por las autoridades espirituales y naturales, por los gobernantes: 1°era de Timoteo 2 del 1 al 3: “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador”.
- Orar por la sanidad de los hermanos creyentes: Santiago 5:16. “Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho”.
Hay muchas otras razones para orar pero cada una de estas oraciones es bíblica y si oramo por esto, veremos el respaldo de Dios, porque la verdad es del Señor, Mateo 24:35 “cielo y tierra pasarán, más mi palabra nunca pasará”
Si oramos por esto, vamos a ver la mano de Dios, vamos a ver el poder del Padre manifiesto en nuestras vidas y vamos a ver a el Señor obrando a través de nuestra oración porque oramos conforme a Su voluntad.
3: No podemos orar sin santidad.
1°era de Juan 3:21: “Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él.”.
¿Y por qué cualquiera cosa que pidiéramos? Porque guardamos sus mandamientos y hacemos las cosas que son agradables a Él. Cuando caminamos en santidad, la voluntad de Dios es revelada al hombre que le busca, teme y guarda sus mandamientos. El temor al Padre produce nosotros los creyentes que las oraciones vayan conforme a su voluntad porque nuestras oraciones brotan de sabiduría y de temor a Jehová.
Todos necesitamos santidad para poder orar. ¿Y por qué Dios nos pide que caminemos en santidad? Una vida donde hay prácticas de pecado, la mente empieza a corromperse. Una mente corrupta nunca ora conforme a la voluntad de Dios. Por eso si estamos en una práctica de pecado, lo que pidamos pida va a ser corrupto. Por el contrario, cuando se camina en santidad, se construye una relación que produce sabiduría, lo que produce una oración correcta.
4: No podemos orar sin fe
Mateo 21:22: “Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”.
Conocer a Dios no es lo mismo a creerle a Dios. Sabemos mucho de la Biblia produce conocimiento, pero es fundamental que ese conocimiento baje a nuestro corazón (pasar de conocer la Palabra a obedecerla). Debemos creerle a Dios y comprender que Su palabra es verdad y que a través de Su palabra Él nos quiere hablar, trabajar y transformar.
En ocasiones entramos a la presencia del Padre y oramos para que Dios haga un milagro y terminamos de orar diciendo “en el nombre de Jesús, amén”. Sin embargo, al terminar de orar no creemos que eso (por lo que se oró) va a ocurrir. Este es un ejemplo de que en ocasiones oramos por protocolo, porque comprendemos que debemos orar, pero no porque creamos que la respuesta de esto va a ocurrir. La oración tiene que ir acompañada de fe, una oración sin fe no se va a responder.
Un ejemplo claro de oración realizadas en fe, son las oraciones por sanidad. Comprendemos que Jehová es nuestro sanador, pero también que la Biblia NO enseña que todo aquello por lo que se ora por sanidad va a ser sano. Muchas veces Dios usa la enfermedad para su gloria (como por ejemplo el apóstol Pablo).
La naturaleza de nuestro Señor es ser sanador, Dios es un Padre de sanidad. Un factor común en el ministerio de Jesús fue la predicación del evangelio y la sanidad de los enfermos y eso es lo que Cristo quiere, que comprendamos que no solamente Él es sanador si no que quiere usarnos y para eso debemos tener fe. ¡Creer que nos quiere usar con un propósito!
5: No podemos orar fuera del nombre de Dios
Juan 14:12 “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre”.
Muchas veces levantamos una oración pero no iniciamos ni cerramos la oración en el nombre de el altísimo, nombre sobre todo nombre. Nuestra oración debe empezar con “en el nombre de Jesús te quiero pedir…” o cerrar con “pido todo esto en tu nombre Jesús …”. Dios ha delegado algún nivel de autoridad en nuestras vidas, pero esa autoridad no es autoridad en nosotros mismos, dicha autoridad es delegada y proviene de Él. Por eso oremos con el poder del nombre del Señor, aquel que puede transformar cualquier circunstancia, aquel que trae libertad al cautivo, aquel que sana la enfermedad incurable y aquel que transforma la condición que no puede ser transformada.
Oración:
Traigamos nuestras peticiones delante del Señor, confiemos en su soberanía, amor, buen juicio y en su misericordia. Dios tiene control de todo lo que sucede en nuestras vidas. Entreguemos la petición de esa enfermedad, traigamos ese sueño que quizás oramos un mes y lo enterramos, hoy el Padre va a resucitar ese sueño en nosotros. Es tiempo de que lo oremos, así como volverlo a poner en el altar y decirle Señor te lo entrego aquí, lo dejamos a tu soberanía, que es la que opera, tú eres el que actúa. Toda promesa y toda palabra que está en la Biblia es una promesa que el Señor espera que la cumplamos para siempre. Él dejó escritas esas palabras para que nosotros viviéramos en esa verdad. Dios nos quiere prosperar, que caminemos en rectitud, quiere sanarnos, sanar nuestro corazones, sanar nuestros matrimonios. Nuestro Padre quiere tocar a nuestros hijos y bendecir nuestras generaciones. Él quiere transformar la vida de aquellos que están a nuestro alrededor, desea transformar nuestro corazón así como rodearnos de paz y amor. Quiere que la ansiedad se vaya, que caminemos en luz y no en muerte. Que andemos en seguridad, escrito está y quiere que sea real en tu nuestra vida.
En resumen:
- Está mal que oremos en vanas repeticiones, debemos orar de una forma más relacional.
- No debemos orar lejos de la palabra de Dios, la oración tiene que ir alineada a las promesas del Señor y las palabras acorde a su voluntad.
- Orar sin santidad (temor a Dios), no esta bien esa practica, necesitamos orar arrepintiéndonos primer lugar por nuestros pecados y luego buscar integridad así como temor de Dios.
- Debemos de orar con fe, está mal orar sin fe.
- Está mal que oremos fuera del nombre de Jesús.