Señor, Enséñanos a orar – Orando bíblicamente
Iniciemos haciendonos la pregunta: ¿Qué es la oración para nosotros?
¿Qué significa orar?
Probablemente podrían salir varias respuestas, algunas más teológicas u otras más simples. Posiblemente algunas personas dirían que entre más tiempo tengamos de estar en la iglesia debería de llevarnos a orar mejor. Quizás pensamos que al más nuevo le va a costar más orar. Y sí, orar es un hábito que todo hijo del Señor debería tener.
Si pudiésemos definirlo de una manera muy sencilla, en tres palabras, orar es: hablar con Dios. La oración no es una meditación, no es una reflexión, la oración es una comunicación con un Dios vivo, es una relación con nuestro Padre celestial. Entonces, si a ustedes les cuesta orar, quiere decir que les cuesta hablar con su papá, si no tenemos deseo de orar, quiere decir que no queremos tener una relación con nuestro padre.
Orar es hablar con Dios, la oración puede ser tan audible como queramos (callado, en un lugar privado, en un lugar público). Todo hijo debería de orar como un reflejo de nuestro amor hacia nuestro Padre. La Biblia nos enseña que podemos orar buscando el favor de Él, que podemos derramar nuestra alma delante del Señor. También, nos muestra que la oración puede ser un clamor que nos acerca a nuestro Señor.
Filipenses 4:6 y 7 dice:
“6 Por nada estéis afanosos, sino sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego con acción de gracias. 7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”.
Este texto nos indica que no nos tenemos que preocupar ni afanar por nada, pero tenemos que orar por todo. A veces el afanarnos y preocuparnos nos hace olvidar a dónde tenemos que correr a buscar auxilio y buscar respuesta. Dios quiere que hablemos con él de todo, quiere estar con nosotros .
¿Con qué frecuencia tenemos que orar?
1 Tesalonicenses 5:17 dice: “17 Orad sin cesar”
En todo tiempo tenemos que orar, no solo cuando nos encontremos en aflicción, no solo oramos cuándo tengamos agradecimiento, no solo oramos cuando ocupamos respuesta, debemos orar sin cesar. Ocupamos oración en todo momento, es una comunicación constante con Dios. Siempre que oremos debemos recordar que Dios es nuestro Padre. Debemos tener una comunicación continua con Dios, para entender cuál es la voluntad de nuestro Padre para nuestra vida.
Hay que orar en todo momento y orar por todo. No hay ninguna otra manera que un cristiano se pueda comunicar con Dios que no sea por medio de la oración. Además debemos comprender en que forma nos acercamos a su presencia, ya que a Él no le impresiona el título terrenal de nadie, todos tenemos el mismo título que es ser hijos de Dios y nuestro Padre no tiene hijos preferidos (somos hijos desde que decidimos aceptar a Cristo en el corazón).
Mateo 6: 5-13 dice:
5 “Y cuando ores, no seas como los hipócritas, porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres, de cierto os digo que ya tiene su recompensa. 6 Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. 7 Y orando, no uséis vanas repeticiones como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. 8 No os hagáis, pues, semejantes a ellos, porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis. 9 Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. 10 Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. 11 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. 12 Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. 13 Y no nos metas en tentación, más líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos de los siglos. Amén”
La oración del Padre Nuestro nos enseña a nosotros la forma en la cual se acerca un hijo:
Lucas 11:1 dice:
1 “Una vez, Jesús estaba orando en cierto lugar. Cuando terminó, uno de sus discípulos se le acercó y le dijo -Señor enséñanos a orar, así como Juan les enseñó a sus discípulos.”
Jesús era el hijo de Dios y sacaba el tiempo para orar y estar con Papá. Quizás podamos decir: “me cuesta orar, no sé tanta palabra, no sé esas palabras tan bonitas”, Dios sabe cuál es la necesidad de nuestro corazón. Otra cosa que Jesús nos enseña: Jesús inicia diciendo Padre Nuestro, revelando que antes no tenían Padre, ahora son hijos que fueron adoptados, antes eran huérfanos hoy tienen Padre, antes no tenían a quién acudir hoy tienen a ese Padre eterno. Oremos a nuestro Padre.
También Jesús nos enseña algo importante, y es que dice “que se haga la voluntad de Dios y no la nuestra”, ¿por qué? Porque tenemos que entender que cuando oramos a Dios estamos entregando nuestra voluntad a la suya, para que se haga la voluntad de Él y no la nuestra. Entonces, en todas las ocasiones que la respuesta de Dios ha sido “no” a nuestra petición es porque eso es lo que más nos bendice y conviene, aunque nos duela.
Nuestro Padre conoce nuestra necesidad, lo que realmente necesitamos y sabe cosas nos pueden alejar de él. Cuando un hijo de Dios va delante de su Padre con una petición delante, este debe comprender que le está poniendo delante de un Padre bueno. Nuestra oración nunca debería pretender “torcerle el brazo” a Dios para que Él haga lo que yo quiero, porque el momento en que queremos hacer nuestra voluntad le estamos diciendo a Dios que la voluntad no es buena.
En muchas ocasiones, la voluntad de Dios es totalmente contraria a la nuestra. ¿Por qué?. Nosotros pensamos egoístamente , muchas veces pedimos lo que queremos y no lo que necesitamos, pedimos lo que nos beneficia y no lo que Dios quiere hacer en nosotros. El que ora y pone delante de Dios sus peticiones le va a permitir a Dios actuar en su sabiduría. Sin importar lo que Dios responda, incluso si esto es contrario a nuestra petición, Dios sigue siendo bueno, sigue siendo un padre amoroso.
Tres cosas acerca de la oración bíblica:
1. Tenemos que pedir a Dios que su voluntad sea hecha sobre nuestra necesidad. Dice la Biblia que antes de que lo hablemos ya Dios sabe cuál es nuestra necesidad. Para Dios todas nuestras peticiones son importantes, porque Dios nos ama y lo mostró al entregar a su Hijo, quien murió en la cruz del Calvario por usted y por mí. Él es un buen Padre que sabe darle a sus hijos lo que necesitan. ¡Dios no se ha olvidado de nosotros! Hermanos, vayamos al lugar secreto y pongamos nuestras peticiones delante del Señor. Presentemos una oración de un corazón sincero.
2. Debemos expresar nuestra confianza en Dios. Confiamos en su poder, en su bondad, en su sabiduría, en su soberanía. Expresamos y entendemos que él es Señor sobre nuestras vidas entendemos que Dios responde a su tiempo y entendemos que nunca llega tarde. Nuestro Dios llega siempre en el tiempo justo.
3. La oración debe llevarnos a nosotros a una acción de gracias. A pesar que no sea la respuesta esperamos, o que no veamos respuesta, debemos tener una actitud agradecida porque Dios se va a glorificar. Incluso, cuando estemos en ese momento difícil, la paz viene de Dios y sobrepasa todo nuestro entendimiento.
Filipenses 4: 7 dice:
7 “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”.
En resumen, oramos para que se haga su voluntad; quiénes somos nosotros para cuestionarle a Dios lo que Él hace. Sólo un corazón corrupto puede hacer eso. Pidámosle a nuestro Señor lo que necesitamos, tengamos confianza en Dios. Y finalmente, démosle gracias. Recordemos lo que decía Mateo 6:5, “no seáis como los escribas que se paran a orar para que los vean, porque lo que reciben es recompensa de los hombres, y nosotros queremos la recompensa de Dios”.
Ingresa en el lugar secreto con el padre, no necesitamos las palabras más elocuentes sino el corazón más sincero para con Dios. Recordemos que Dios no tiene hijos preferidos, Dios tiene hijos. Él desea escuchar a todos sus hijos porque nos ama. Jesús murió en la cruz por usted y por mí. Todos tenemos necesidad de Cristo, cuando comprendemos que nuestra necesidad solo va a ser saciada en mi relación con el Padre, necesitamos correr ahí. Aprendamos a involucrar a Dios en todo momento de nuestra vida (en la escuela, colegio, universidad, trabajo, reuniones difíciles). El Padre está con nosotros, en todo momento.
Dios es eterno, Él ha sido desde antes de la fundación del mundo y nunca tendrá fin.
Dios está con nosotros en cada momento, no estamos solos, procuremos incluir a Dios en todo lo que hacemos, entre más tiempo pasemos con alguien, la comunicación es más sencilla. Esta comunicación es en dos vías, él Señor nos habla a través de su palabra pero ocupa que le hablemos también por medio de la oración.
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